Justo una semana una vez que el rey despachase con Armada (viejo preceptor del rey y apartado por Suárez) en Baqueira, donde necesariamente debió ser informado del clima en los cuarteles. Y justo exactamente el mismo día en que, según ciertas versiones, el rey se presentase en Moncloa de improviso para charlar con Suárez, de quien comenzaba a alejarse políticamente. Tejero irrumpe en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Es en este contexto en el que se festeja un almuerzo que a la postre iba a iluminar —aún lo realiza— todo tipo de teorías de la conspiración. El23 de febrero de 1981, la joven democracia de españa vivió su prueba más bien difícil.
Exactamente con los tiros y su número hubo polémica en estos años, ya que ciertos han desaparecido y otros han aparecido gracias a las diversas proyectos que se han practicado en el Palacio. Además de esto, ella salió del Congreso a por medicinas y volvió con información para los miembros del congreso de los diputados. Horas después, tres escuadrones con blindados ocupaban las instalaciones de RTVE en Prado del Rey, por lo que TVE no comunica sobre lo que ocurría y Radio Nacional solo emitía música, hasta que a las 21.00 los militares se retiran.
Anuncio A Los Miembros Del Congreso De Los Diputados Retenidos En El Congreso El 23-f De 1981 De La Rápida Llegada De Una “autoridad Militar Competente”
Para él, para muchos otros, el camino democrático que España había emprendido no era válido. Si para la enorme mayoría de los españoles la Constitución era el punto de acercamiento, para una minoría, era la Constitución del enfrentamiento, según sus declaraciones a El País. El 23 de febrero de 1981, a las 18,23 horas, observando en la televisión el debate de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno, vi con estupor como un guardia civil subía al estrado y con pistola en mano gritó ¡Inmovil todo el planeta! Tras un forcejeo con el teniente general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno, Tejero efectuó un tiro al aire que fue seguido por unas ráfagas de los subfusiles de los asaltantes. Las secuelas políticas del golpe de Estado las seguimos tolerando.
Este martes se cumple el 35 aniversario del intento de golpe para derrocar al gobierno del 23 de febrero de 1981. En La capital española tiene sitio una gran manifestación bajo el lema “Por la libertad, la democracia y la Constitución”. La encabezan los primordiales partidos y las organizaciones sindicales UGT y Comisiones Obreras.
F 40 Años Del Golpe De Estado
Por lo menos, y como ha dicho en su día Martín Villa, lo que enseñó aquel golpe más propio del XIX que de la segunda mitad del XX era que carecía de todo acompañamiento popular. En el fracasado golpe del 23 de febrero de 1981, García Carrés medió a fin de que El Alcázar publicase el manifiesto del teniente coronel Tejero que justificaba el golpe. Además de esto, estuvo presente al menos en entre las reuniones que sostuvieron en La capital española, en la época de 1980, los tenientes coroneles Tejero Molina y Pedro Mas, ayudante de Milans, y en las que se decidió encargar a Tejero la elaboración de un plan para la toma del Congreso de los Miembros del congreso de los diputados.
Cuando la indecencia política se realizó carne habitó entre nosotros, en la gente que ocultan la verdad en su propio beneficio y en el de muchos otros que formaron parte de el golpe de Estado. El Congreso lleva siete años bloqueando la reforma de una ley franquista que impide arrojar luz sobre el 23F. Cuando queden desclasificados los documentos para entender algo más sobre el golpe de Estado, algunos habremos muerto y mis nietos ni van a saber de qué charlaba el abuelo. Para realizar una evaluación cabal del contexto político en el que se celebró el acercamiento de los golpistas, hay que tener en consideración que tras aprobarse la Constitución en el último mes del año de 1978, el célebre consenso de la Transición languidecía. La respuesta a esa “perdida” sería las sucesivas proyectos que se han realizado en el hemiciclo en esos años, puesto que desde 1988 se han acometido importantes remodelaciones del Salón de Plenos. Treinta años tras lo sucedido, el Congreso publicó un acta con los pormenores de lo ocurrido, escrita por los 4 secretarios de la Mesa a solicitud de Lavilla, quien se ofreció a Tejero esa madrugada para quedarse hasta el final, dada la calma que existía fuera del Congreso y permitiera salir a los demás.
El jefe del Estado Mayor del Ejército,José Gabeiras, apoyó el orden democrático y entabló contacto telefónico con Laína. Todo empezó a las18.23 horas, cuandoun pelotón de guardas civiles a cargo del teniente coronel Antonio Tejero penetró en el Congresode los Miembros del congreso de los diputados mientras que se votaba la investidura como nuevo presidente de Leopoldo Calvo Sotelo . Este debía ocurrir en el cargo al dimisionarioAdolfo Suárez, también de la coalición centrista UCD. Hace 40 años nuestra incipiente democracia se vio asomada al abismo de la obscuridad. La progresiva construcción de nuestro de hoy régimen democrático, tras la aprobación de la Constitución en el último mes del año de 1978, estuvo a puntito de verse trastocada por el golpe de del 23 de febrero de 1981.
Reyes Maroto Hace Campaña Por La Capital De España Desde El Consejo De Ministros Y Las Calles
Elforcejeo de Tejero con el general Manuel Gutiérrez Desgastado y los siguientes disparos al techorealizados por los asaltantes no presagiaban nada bueno. Solo permanecieron en su asiento, desafiando la orden de tirarse al suelo, nuestro Gutiérrez Desgastado, el presidente Suárez y el dirigente comunista Santiago Carrillo.Miembros del congreso de los diputados y senadores quedaban secuestrados en el edificio representativo de la soberanía habitual, dejando al país entero en vilo. Juan García Carrés fue el único civil encartado en el Consejo de Guerra por haber puesto en contacto al Teniente Coronel Tejero con el ayudante del general Milans del Bosch. Letrado por la Universidad de Barcelona, García Carrés desarrolló buena parte de su carrera profesional dentro de la Organización Sindical Española, una las instituciones más genuinas de la dictadura franquista, bajo la protección de ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco, uno de los hombres más significativos del régimen franquista.
Se desarticula el intento de cuajo de Estado popular como “Operación Galaxia”. El líder es Antonio Tejero, teniente coronel de la Guarda Civil. La indulgencia de la justicia alienta a los maquinadores a reiterar el intento. Toda España continuó en vilo el 23 de febrero de 1981, hace el día de hoy 40 años, cuando un grupo de guardias civiles asaltó el Congreso. Es mucho más, tan solo unos días después, el 18 de enero, ahora en Madrid, se vuelven a encontrar los mismos ayudantes al acercamiento de Valencia, pero en esta ocasión se suma a la asamblea el general de división Torres Rojas, viejo jefe de la Acorazada Brunete —una unidad de intervención inmediata— y en ese instante gobernador militar de A Coruña. El 29 de enero, no obstante, sucede algo que determinaría la fecha del golpe y aceleraría los preparativos.
Mi convicción pasa por el hecho de que el 23-F fue un golpe de Estado en toda regla. Perpetrado por mandos militares, guardas civiles y una trama ideológica de la derecha retrógrada sin detectar. Fue un golpe de Estado impulsado desde las instancias del poder, para reconducir la “situación política a la deriva”.
Un capitán que acompañaba a Tejero adelantó a los parlamentariosla rápida llegada de una\’autoridad militar competente\’para disponer lo que fuera procedente. Ante la situación construída, se constituyó en el Ministerio del Interior unGobierno provisional de subsecretarios que aceptó las funcionalidades del ejecutivo secuestrado en las Cortes. El directivo de la Seguridad del Estado, Francisco Laína, se puso adelante de tal gabinete de crisis.
Todo estaba preparado para asaltar el Congreso el viernes, 20 de febrero, pero Tejero mencionó que siendo fin de semana tendría adversidades para reclutar guardas civiles. En consecuencia, un caldo de cultivo verdaderamente propicio para una intentona golpista. En un día no determinado de julio de 1980, esto es, siete meses antes del 23-F, se reunieron en Valencia Antonio Tejero, Juan García Carrés, dirigente del sindicato vertical franquista, y el entonces teniente coronel Pedro Mas Oliver, a la sazón ayudante de Milans del Bosch, por entonces capitán general de Valencia. Fue en aquella asamblea donde se decidió el asalto al Congreso.